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4 formas efectivas de dejar de sobrepensar según una neurocientífica líder

Aunque parezca una molestia moderna, el sobrepensamiento tiene raíces evolutivas.

4 formas efectivas de dejar de sobrepensar según una neurocientífica líder

¿Alguna vez te has quedado atrapado en una conversación que ya ocurrió, repasando cada palabra como si pudieras cambiar el pasado? ¿O te has encontrado reescribiendo un simple correo una y otra vez, solo para dudar de ti mismo justo después de enviarlo? Este tipo de hábitos mentales, aunque comunes, pueden resultar agotadores. Se trata del sobrepensamiento: esa tendencia a darle demasiadas vueltas a cosas que, muchas veces, no lo merecen.

La neurocientífica Dr. Faye Begati, conocida como The Brain Doctor, ha estudiado este fenómeno y ofrece una perspectiva clara: el sobrepensamiento no solo drena nuestra energía mental, sino que también puede afectar nuestra salud. En su definición, pensar es usar nuestra energía mental para resolver un problema o tomar una decisión. Pero cuando dedicamos una cantidad desproporcionada de energía a pensar en algo, especialmente si las consecuencias son mínimas, caemos en el sobreanálisis.

¿Por qué sobrepensamos tanto?

Aunque parezca una molestia moderna, el sobrepensamiento tiene raíces evolutivas. Nuestros cerebros están diseñados para anticiparse al peligro. Pero en el mundo actual, donde los peligros físicos han sido en gran parte reemplazados por decisiones cotidianas –como elegir entre pasta o curry para la cena–, seguimos usando ese mismo mecanismo.

Además, vivimos en una era de abundancia de opciones. Desde las múltiples aplicaciones de citas hasta el catálogo interminable de destinos vacacionales, la presión por tomar la “mejor” decisión puede llevar a lo que Begati llama wanderlost, una mezcla de fatiga mental y parálisis decisional provocada por la planificación de vacaciones.

Pero hay formas de romper este ciclo. La Dra. Begati propone cuatro estrategias prácticas para dejar de sobrepensar y recuperar el control de nuestras decisiones.

1. Ponle un límite al tiempo que dedicas a decidir

No todas las decisiones son trascendentales. Si el restaurante no era tan bueno como el otro que consideraste, no pasa nada. Begati sugiere establecer un tiempo límite para pensar en decisiones cuyas consecuencias no serán duraderas. Y si la situación ya no está bajo tu control, evita seguir rumiando. Una técnica útil es programar un “tiempo de preocupación”, es decir, dedicar un momento específico del día para pensar en esos temas, y fuera de ahí, soltarlos.

2. Gestiona tu energía mental

Las decisiones importantes se deben tomar cuando tu energía mental está en su punto más alto. Para las pequeñas decisiones, adopta un enfoque de “suficientemente bueno”: si cumple con tus criterios básicos, elige y sigue adelante. Además, el cerebro disfruta la anticipación. Usa eso a tu favor: guarda destinos soñados en una lista o escribe tus ideas antes de una conversación importante. Así, planear se vuelve parte del disfrute.

3. Practica la atención plena

Cuando te atrapes en un bucle mental, lo mejor es cambiar de canal. Técnicas como la respiración profunda, la meditación o una actividad que te guste pueden ayudar a romper ese ciclo de pensamientos repetitivos. No se trata de ignorar lo que te preocupa, sino de salir del bucle para observarlo con otra perspectiva.

4. Entrena tu mente como un músculo

Así como un músculo se fortalece con el uso, el sobrepensamiento también crea patrones mentales que se refuerzan con el tiempo. Cambiar esos hábitos lleva tiempo, pero es posible. La clave está en reconocer los disparadores, practicar la autocompasión y usar técnicas de terapia cognitivo-conductual para desafiar pensamientos negativos.

Por ejemplo, si un mal día en el trabajo te lleva a pensar demasiado en la reunión del día siguiente, o si una discusión con tu pareja te hace cuestionar cada palabra en un mensaje, ahí hay un patrón. Identificarlo es el primer paso para cambiarlo.

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Aprender a pensar de forma más equilibrada no significa tomar decisiones impulsivas, sino liberar espacio mental para lo que realmente importa. Dormir mejor, tener más energía y disfrutar del presente. Porque al final, como dice la Dra. Begati, “pensar demasiado rara vez nos lleva a vivir mejor”.

Con información de Women’s Health UK.

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